A la hora de hablar de teléfonos y tablets Apple (dispositivos basados en el sistema operativo iOS), siempre sale a la luz el tema del precio. Aunque es cierto que suelen ser algo más caros que la competencia (Samsung, Sony, Asus…), hay un tema que pocas veces se trata, la obsolescencia.
Apple suele ser una marca que da a sus productos un tiempo de vida mucho (en ocasiones muchísimo) más largo que el resto de marcas, envejecen más despacio de lo normal, tanto disposivos móviles, como ordenadores personales, y además se preocupa por la compatibilidad con versiones anteriores. Esto hace que aunque al principio nos enfrentemos a un precio mayor, al final salga más rentable su uso.
Esto últimamente ha jugado en contra de Apple, aunque no del usuario, ya que ha visto como las ventas de iPads bajaban, por que el usuario no siente la necesidad de cambiar por uno de mayores prestaciones o por una versión de iOS más moderna. Tengamos en cuenta que desde hace más de dos años todos vienen con la fabulosa pantalla Retina y que la interacción entre el sistema operativo y el hardware está muy optimizada, haciendo que aunque no sean tan rápidos como los últimos modelos, sigan funcionando con mucha soltura.
Así que si estáis pensando en haceros con uno y os parece caro, tenéis dos opciones, haceos a la idea de que os durará mucho más que uno más barato, o comprad uno de segunda mano, que irá casi tan bien como uno nuevo.
No sé si será importante para el usuario medio, pero para un músico la diferencia entre un Ipad y cualquier otro tablet, reside en el retraso en la señal que se produce en el sistema Android desde que se pulsa un comando hasta que aparece el sonido correspondiente y que, aunque sea de algunas centésimas de segundo, lo hace inviable para un uso semiprofesional. Quiero decir que Android sirve para escuchar música pero no para editarla ni producirla. En el Ipad, seguramente a causa de la coordinación entre soft y hard, la respuesta a los comandos y a las pulsaciones es instantánea (o, al menos, así lo parece) y eso ha favorecido el uso de un simple Ipad en aplicaciones profesionales que ni los mismos músicos sospechaban.
Sin duda éste es un comentario de valor para el usuario músico que se esté planteando usar algún cachivache de estos para mejorar su producción.
Creo que hay dos tipos de obsolescencia: la que te invita a renovar un aparato porque porque no te ofrece lo que otros más nuevos, y la que te obliga a renovar porque ha perdido funcionalidades o ha dejado de funcionar. La primera está sujeta a las modas y al ritmo que avanzan los progresos tecnológicos, y la segunda obedece principalmente a motivos de mercado. Y si mal no recuerdo, en aquel famoso documental de TV llamado «Obsolescencia programada» ponían como ejemplo la muerte súbita de las baterías de los iPod de Apple y la imposibilidad o gran dificultad para cambiarlas.
En cuanto al segundo tipo de obsolescencia que citas -el motivado por el mercado- ha suscitado decenas de opiniones que podrían titularse de ‘conspiranoicas’ como ahora las llaman. Hay quienes insisten en confabulaciones de las grandes marcas para ponerse de acuerdo en bajar la calidad de los productos con el objeto de que el comprador se vea obligado a cambiarlos con más frecuencia. Yo no lo negaría del todo, puesto que a ningún fabricante de bombillas le interesa que las suyas duren cien años; no podría vender ninguna en todo ese tiempo.
Pero también es plausible la opinión de que todo resida en decisiones de economía de fabricación. Está claro que al fabricante le sale más caro sujetar las piezas con un tornillo que con un remache desechable. Y cuando el número de productos es considerable, esa diferencia también se hace considerable. Al final, la imposibilidad de desmontar ese maldito remache hace necesario cambiar el conjunto entero.
Si un Ipad es difícil de desmontar para cambiarle la batería puede ser porque la economía de fabricación ha aconsejado soldar la carcasa en lugar de atornillarla o por una decisión deliberada para que lo tiremos y compremos otro nuevo. Nunca lo sabremos.