Y mientras le descanso, me fumo y se viste.
Me lanza una sonrisa mientras se sube los tejanos ya él en vertical y noto como me siguen temblando las piernas. Le sonrío. Me guiña un ojo.
Quizás debería incorporarme, pero desde esta perspectiva el paisaje es mucho más emocionante. Es como ver las luces de Barcelona por la noche desde la ventanilla del avión mientras se está encarando hacia el Prat. El viaje se acaba, pero las vistas te recuerdan lo último vivido. Y cuando aterrizas y tocas tierra, se renueva automáticamente la rutina con esa expresión tan familiar: “hemos llegado”.
Me permito el lujo de no acompañarle a la puerta, ya sabe donde está. Escucho el golpe final. Sola.
Prefiero quedarme estirada un rato más conmigo misma, recuperar las pulsaciones y dejar que el sudor conjunto se seque en mi piel. Al acomodarme, regocijándome en mi paz y al apostar por esos cinco minutos más, huelo su perfume impregnando mis sábanas.
Peligro, alarma, sonido de sirena antiaérea, luces de emergencia!!!
Y si en algún momento me ha parecido romántico y sensual quedarme dormida con el olor a sexo y al perfume de mi pareja, en las relaciones esporádicas… ¡¡¡no lo soporto!!!
Reconozco también que nunca me gustó el perfume de mi última pareja que tan orgulloso consumía diariamente a litros, (habérselo dicho chica #quequieresquetediga, ya se lo dije en su momento #quetengoqueexplicarlotodojoé); pero olerlo entre mis sábanas, me creaba un puente entre la ausencia y su piel, casi podía tocarlo las noches que no compartíamos. (Tsssssssss, en su momento fui romántica, ¿a qué sorprendo algunas veces?)
El perfume de mi último amante me activa el derecho de admisión que me adjudico y quito las sábanas todavía calientes tirándolas al suelo mientras pienso que mi cama fusionada con mi vida, es un buen lugar para seguir disfrutando, siempre y cuando que no se estropee la lavadora. #maniáticaqueesuna.
Cómo cambia el cuento cuando no hay más que atracción física sin sentimientos de por medio… y lo bien que se siente una haciendo y deshaciendo… la cama.
Cansada de haberme paseado durante mucho tiempo por una promised land imaginaria (paradoja, lo sé) y no era más que un triste jardín sin flores, sin posibilidad de abono y sin enanitos decorativos.
Así que decidí plantar las semillas que estaban en mi mano y ahora camino de puntillas entre tímidos capullos que van floreciendo, con mucho cuidadito de no pisar alguno y que se lastime. Eso sí, advirtiendo a todos los se dejaron plantar de que no arrancaré ninguno.
Hoy sólo estoy de paso y no admito perfume corporativo.
Me voy a la ducha!
Que miedo tenéis a incumplir las reglas que vosotras mismas os inventáis…
Querido Susurrador… todo está inventado, no hay nada que incumplir.
Gracias por tu visita!!!
😉
Aún así, bonita entrada
Perfume corporativo….ajajjaa..buena frase.
He decir que a mi siempre me ha gustado usar mi olfato, me parece un sentido con sentido…y más interesante si es compartido.
El olfato es quizás nuestro sentido más primigenio y natural/animal, directamente relacionado con la memoria más remota. ¿Cuántos olores nos remiten a nuestra más tierna infancia, o nos recuerdan a personas que nos han marcado? Y en sentido contrario, cuán fácil es evocar un olor a partir de un recuerdo de infancia.
A mi el olfato (supongo que el tamaño de mi nariz es por algo) muchas veces me ayuda y otras me estropea un presunto buen momento.
Si el olor corporal no es de mi agrado, no hay nada que hacer, me tira para atrás y no para pillar carrerilla, todo lo contrario!
Olores… sabores… todo influye en el arte sexual y si el tipo no pasa mi control de calidad… #mepirovampiro. Es que no puedo!!!
El perfume extra que pueda aportar con una colonia se puede eliminar con una ducha, pero el corporal… es la esencia de cada persona y hay olores difíciles de que pueda tolerar.
Gracias por tu visita!!!
😉
No se si siento envidia o no, pero me sorprende esa capacidad para poder tener, ya no una, si no, varias relaciones sexuales puntuales con alguien y no «sentir» nada más.
El texto me ha gustado y divertido, que conste en acta! :PP
Supongo que enamorarse es un arte del que carezco y te aseguro que sin ese «Don» vivo muy tranquila y puedo disfrutar al máximo de esas relaciones.
Imagina estar esperando la llamada de uno de ellos, que estuviera «colada» o «ilusionada» y sabiendo que sólo habrá cama mientras le suspiro por los rincones, qué drama, no?
A varios de ellos les quiero, pero a ninguno amo.
Practico el Carpe Diem, sólo es eso.
Gracias por tu visita!!!
😉
PD. Ganas de verte, niño!
A mi me ha tocado que no hubiera enanitos decorativos 😛
Dudo que haya nadie mas maniática que yo con los olores, pienso que es un problema… Así que te entiendo bien!
jajajajjajajajaja
Si es que la decoración muchas veces es necesaria, aunque no sirva de nada, pero que esté nos alegra el alma… somos así las féminas… Como por ejemplo quemar velas porque sí, yo al menos me las pongo para #myself sin razón alguna. Ya ves, un jardín sin enanitos… intolerable…
Menos mal que alguien me entiende con los olores!!! Gracias, gracias, gracias!!!
Muuuuuuaaaaaaaaaa
😉
Me encanta la frescura de la narración, como siempre. ¿Lo mejor? La manera de dibujar con palabras escenas cotidianas a través de descripciones divertidas y comparaciones originales. ¡Un nuevo olé a tu historia!
jajajaajaja, el que habla!!!
Tus letras son música y no porque escribas sobre ella!
Gracias por tu visita!
Muuuuuuuuaaaaaaaaaa