Cuando la semana pasada los medios de comunicación se hicieron eco de la muerte de Prince, fuimos muchas las personas que no quisimos aceptar como cierta la noticia sin aguardar un tiempo prudencial antes de expresarnos e intentar contrastar tantas informaciones relacionadas con el anuncio cómo nos resultase posible. La crónica tenía los ingredientes necesaríos para resultar un fake, y podía parecer que alguien se la había vuelto a jugar a los principales medios de comunicación… pero la noticia era tan real cómo lo había sido el éxito de Prince como artista.
Pero no voy a hablaros de la muerte del artista, ni voy a detallar una cronología de su trayectoria musical; sobre lo primero ya se encargan medios como TMZ, los cuales encuentran en noticias como esta carnaza suficiente para montar un festín de hienas; y, sobre lo segundo, pues basta con ir leyendo las publicaciones que han ido apareciendo durante estos días en los principales medios de comunicación y especializados, o en los posts más recientes de los bloggers de música y cultura. Por mi parte, me gustaría insistir en explicar el porqué del cambio de nombre de Prince por un símbolo, ya que el motivo dista mucho de ser la frivolidad que la mayoría de los medios de comunicación han insistido en hacernos creer, unos por generar polémica y otros por defecto de investigación. Tanto monta…
Rebelión en la discográfica
Prince era un genio artísticamente hablando, y lo reconoce alguien al que nunca entusiasmó especialmente su música. Pero, más allá de su talento para la composición, Prince era también un hombre de negocios. Y fue gracias a esta doble y ambidextra virtud que el artista pudo convertirse en la leyenda que es actualmente. Una de las cosas que tuvo claras Prince desde que comenzó a preocuparse por su meteórica carrera fue que tenía que luchar por sus derechos como artista, y que debía hacerlo conociendo la industria, la ley y las múltiples carencias de ambas. No en vano, el músico mantuvo siempre una titánica batalla por la defensa de los derechos de la propiedad intelectual del artista, enfrentándose a su propia discógrafica: Warner Music.
Resulta que Prince había firmado un contrato discográfico con Warner en 1977, en los albores de su carrera. Fue con esta discográfica con la que publicó, por ejemplo, uno de sus temas más alabados: «Purple Rain«. La cosas fueron más o menos llevaderas hasta 1990, momento en el que renovó su contrato con esta major. Para entonces, Prince tenía centenares de canciones creadas que no había podido presentar al público por los propios estándares del negocio musical. ¡Prince era un genio avanzado a la industria! Él supo entender que no era necesario publicar los temas en formato álbum, sino que podían ir viendo la luz como publicaciones individuales, siguiendo el espíritu de los singles presentación.
De esclavo de Warner a músico libre
Para el artista, su contrato con Warner le convertía en un esclavo, por este motivo Prince comenzó a aparecer con la palabra slave (esclavo) pintada en una de sus mejillas. Un término que describía a la perfección lo que estaba pasando, Warner había registrado el nombre del artista como marca, por eso tuvo que buscar la manera legal de desvincularse de la discográfica, buscando preservar los derechos de su futuro legado artístico así como su independencia profesional. Posteriormente, y tras años de litígios para los que contó con el prestigioso abogado de la industria musical John Kellogg (¡con el que por cierto, tuve la oportunidad de formarme en un curso de Music Business!) llegó el siglo XXI y, con él, la finalización del contrato con Warner Music .

Manadatory Credit: Photo by Brian Rasic / Rex Features
Fue entonces cuando Prince recuperó su nombre artístico, no sin ello haber pagado un precio muy alto hasta entonces ya que las ventas de sus discos se desplomaron en el momento que asumió la identidad del símbolo del amor (un diseño resultante de la mezcla de varios símbolos que definían la masculinidad y la feminidad) Tal vez, y por poner un pero en toda esta historia, fallase (comercialmente hablando) en la elección de un símbolo sin término pronunciable. Entre toda la mitología que ha rodeado siempre la trayectoria de Prince, existe también la teoría popular de que el verdadero significado del símbolo de Prince fue ideado por el propio músico y Neal Karlen, ex redactor de la revista Rolling Stone, y que está enterrado en una cápsula del tiempo en la casa del artista, ubicada en Paisley Park, Minnesota.
Idealista, visionario, comprometido con la figura del artista creador, siempre con un pie por delante en la industria, Prince vio en internet el presente de la música, cuando para la mayoría ni tan solo era visto como el futuro. Eso sí, apostando siempre por una presencia y distribución que no perjudicase al artista y sus merecidos ingresos. Es por eso que resulta prácticamente imposible encontrar música y videos del artista en las plataformas de streaming más habituales, y es por eso que vamos a respetar y honrar la memoría de Princes sin enlazar ningún video ni tema en esta ocasión. El Príncipe ha muerto, ¡larga vida a el Príncipe!
Interesante artículo pero que me deja una duda. Dices «La cosas fueron más o menos llevaderas hasta 1990, momento en el que renovó su contrato» (se entiende con Warner). Bien ¿Y no lo hubiese renovado? ¿Podría haber seguido actuado como Prince o Warner tenía su nombre registrado hasta el siglo XXI? Y por otro lado ¿Cómo pudo permitir que se le apropiasen del nombre?
¡Hey, Ramón! Primero de todo gracias por tu participación. Sobre lo que comentas, Prince firmó con Warner cuando era un adolescente pero, sobretodo, cuando era un desconocido. Concretamente tenía 17 años cuando firmó con el sello. Durante el primer periodo en la discográfica disfrutó de libertad creativa, mientras Warner disfrutaba con la evolución comercial de una de sus nuevas estrellas. Renovó con Warner cuando había alcanzado fama y éxito. ¿El principal problema? Que toda la libertad que había tenido anteriormente se comenzó a ver encorsetada al haberse convertido en una vaca sagrada del sello. ¿Se volvió Warner más rígida? Tampoco afirmaría esto con rotundidad. Es cierto que dejó menos margen de acción a Prince, pero también es igual de cierto que él comenzó a entender de manera diferente la distribución y producción musical de sus creaciones.
En cuanto a la última pregunta, sobre ¿cómo pudo permitir la apropiación del nombre por parte de Warner? Resulta que esta es una práctica habitual en las grandes discográficas, el blindar (registrar) los nombres artísticos de sus estrellas, mientras estas tienen contrato en vigor con las mismas. Todo es cuestión de derechos de producción, distribución, emisión, merchandising… Sucede de manera similar en el mundo editorial, sobretodo con las sagas o personajes literarios, o los personajes de cómic, que muchas veces son «propiedad» de la editorial y no del autor. Lo cierto es que ha de cambiar mucho todavía la industria musical (con perdón del termino), aunque se han logrado grandes avances con precedentes como el de Prince, quien, por cierto, recuperó su nombre artístico en el año 2000, tras que su segundo contrato venciera con Warner el 31.12.1999.
En muchas ocasiones, el riesgo para los artistas es alto, pues muchos contratos primerizos tienen cláusulas que permiten a las majors renovarlos de manera automática tras llegar a un número de ventas X, o tras publicar un número de discos X. Pero también es cierto que la popularidad que puede alcanzar una artista novel al firmar con un gran sello es una baza importante a considerar.
¿Hubiese sido Prince quien es sin Warner? Seguramente no. No digo que mejor o peor, o más popular o menos, pero seguro que no sería el mismo Prince al que recordamos ahora.
Prince cometió muchos errores en la gestión de su carrera, eso es evidente, pero también supo leer el presente y futuro de la industria, y plantar cara a la mano que le había dado de comer sencillamente porque quiso cambiar la manera en que se estaba gestionando su carrera profesional.
Nuevamente, gracias Ramón ¡y un abrazo!
Raül, gracias por tu respuesta. Sin embargo, por lo que puedo entender, hay una parte de poca profesionalidad suya en esto. Prince tras el primer contrato ya era famoso. Al firmar nuevamente un contrato por más de 10 años demostró no tener un buen manager que le dijera «Tío, ya eres una estrella. No necesitas hipotecarte con ellos tantos años. Firma por 5 renovables y ya veremos». Sé que a toro pasado todo parece más sencillo pero aún así creo que alguien metido en el negocio se daría cuenta de que se equivocaba.
Tal vez, no te lo discuto. No voy a ejercer yo de abogado de Prince. Como decía anteriormente, Prince cometió muchos errores en la gestión de su carrera, y no siempre tomó las decisiones adecuadas. No quiero dar la impresión de estar, con mis palabras, denostando a las grandes discográficas, ni defendiendo la decisión de Prince, ¿se equivocó? Posiblemente ¿no fue bien asesorado? Tal vez, o tal vez no quiso escuchar; el ego de Prince también era proporcional al reconocimiento cosechado. Aun así, y aunque lo hiciese tarde, también es lícito rectificar, y creo que, como mínimo, eso intento hacer, pese a que le costase un verdadero traspiés en su carrera.
O simplemente, en el momento de firmar el nuevo contrato solo se fijó en la cifra de 100 millones de dólares que Warner le puso delante tras el éxito de “Diamonds and Pearls” y luego vino la voz de la conciencia. Supongo que eso es algo que, más allá de las especulaciones y rumores, ya no sabremos por él mismo.
Muchas gracias por la información. Soy fan de Prince desde que ví su película y nunca deje de escuchar su música que es y será única.