Siempre que pienso en el Salón Erótico que se celebra por esas fechas cada año en Barcelona, me viene esa adivinanza a la cabeza: «Oro parece, plata no es». Quizás por aquello de su forma fálica… o como lo introducimos en la boca para comerlo… ya empiezo a perder el Norte… si es que me despisto rápido…
¿Has estado alguna vez en el Salón Erótico? Yo sí, y tristemente me quedo con aquella imagen de una pareja follando en un escenario bajo la mirada de cientos de tíos (alguna mujer) haciendo fotos, o recopilando documentos gráficos, material sensible para posteriores pajas, vamos.
Soy una defensora del #sexo, me gusta hablar y practicarlo, pero a mí el Salón Erótico (más porno que erótico), me aportó poco. Quizás es que me ponen otras cosas o no entiendo el sexo público con mirones. Supongo que durante el festival «todo vale», como hacer botellón en la fiesta fiesta mayor de mi pueblo cuando el resto del año está prohibido.
Para gustos los colores y si se sigue haciendo es que hay suficiente público tórrido que aporta.
El sexo lo mueve todo, nunca mejor dicho.
A lo que íbamos, el Salón Erótico y sus videos promocionales. Levantan escamas, te gusten o no, las levantan. A mi personalmente, el de este año no me ha gustado nada como campaña de marketing.
¿Lo has visto? Te lo dejo aquí, míralo y luego hablamos. Si ya lo habías visto, vamos al lío.
Buenísimo!!! Lo mejor que he visto en años!!! Sois los mejores!!! Qué razón!!! (Comentan internautas).
Os podría hacer copia y pega de los cientos, o miles de comentarios que hay en las redes adorando a este anuncio ya viral, y que a mi me recuerda a una campaña de «Podemos» más que de un Salón Erótico. Una muy buena campaña política, que habla precisamente de lo que todo el mundo está de acuerdo y sigue pasando en nuestra España y no profunda, como aquella garganta.
¿Remover conciencias para vender sexo explícito? No le veo el qué, disculpen mi ignorancia…
¡Y tanto que remueve conciencias! Pretende darle al sexo (o la pornografía) un carácter de servicio público o social cuando lo que realmente pretenden es hacerse más ricos. Recordemos que la pornografía es uno de los negocios que más dinero mueve en el mundo, tanto como el tráfico de armas o de drogas.
Pues yo considero que es muy inteligente el anuncio, y que tiene mucha más mala leche de lo que parece. Es indiscutible que el objetivo principal buscado por el anuncio es la viralidad, y lo ha conseguido. Dicho esto, el anuncio habla de esa doble moral, de la hipocresía con mayúscula. Algo que no queda solo en el guión del vídeo, sino que el propio vídeo (el propio salón) se une al juego del mensaje. Es aquí donde radica su interés y cinismo, en no desmarcarse de la hipocresía, sino hacer un juego con ella, dándole una vuelta de tuerca al asunto y erigiéndose como parte de este juego hipócrita al que nos tienen acostumbrados.
Parte 2: Parece que este año también buscan un «lavado de cara» al festival, intentando desmarcarse de ese olor rancio a porno machista que ha predominado durante años. Para eso han recurrido a Amanda Miller como nueva imagen del festival, una actriz que reivindica otra forma de hacer porno, alejándose de tópicos y de la industria masculina. Y eso que no comparto con ella su presumible visión del porno-arte, ni la englobaría dentro del porno feminista, pero sí que la respeto minimamente por ciertas decisiones y declaraciones.
En fin, que en este caso, tanto a nivel marketing como a nivel juego de provocación, a mí me ha encantado el anuncio.